EL GRAN PEZ DE MI VIDA – LA PESCA DEL MARLIN
EL GRAN PEZ DE MI VIDA
Por terminator
- Embarcación : «Millenium» (Beneteau ANTARES 9.30)
- Patrón y Armador: Pedro
- Fecha: 25-08-02
- Lugar: Islas Canarias
- Especie: Marlin Azul
- Peso: 352 kgs
LA SALIDA
Salimos a hora «de señores». Los dos solos a bordo. Nada más salir, buen «feeling». Me decía Pedro «Hoy vamos a «pegar»». Y si, yo compartía el buen «feeling». La noche anterior, luna casi llena, la mar plana (un lujo por estos pagos), poco viento y tiempo nublado. Salimos con rumbo 250. A las pocas millas, encontramos a «la flota» que estaba activa ese día; pocos barcos, sólo siete contándonos a nosotros.
Ponemos rumbo a Tenerife, confiando en que, con la poca mar y el poco viento, ese día la «batidora», el canal entre Gran Canaria y Tenerife estaría accesible. Pero, nada, como siempre, la «batidora» estaba en marcha a todo tren. Media vuelta toda la flota. Ahora navegamos todos con rumbo inverso, buscando la zona del «Viet-nam». La llamamos así porque es un punto en el que dos millas alrededor de él se concentra el 95 de capturas de Blue Marlin. Y empieza la batalla…
EL «OPA-LOCKA: EL PRIMERO EN PEGAR
-«Atención, aquí OPA-LOCKA, estamos ‘Pegaos’!!!»
Unos quinientos metros por nuestro través de estribor, vemos al OPA-LOCKA, una preciosa TIARA de 42 pies frenar bruscamente… con los prismáticos es perfectamente visible el zafarrancho a bordo. Mierda, vaya suerte han tenido. Viramos a babor, para salirnos del círculo máximo al que puede llegar el pescado, unos mil metros, y empezamos a dar vueltas alrededor los barcos restantes, como si fuéramos tiburones; Esto se hace por dos cosas, primero, porque la pareja puede estar por esa zona, y en segundo lugar, porque los compañeros pueden necesitar ayuda.
La tripulación del OPA LOCKA es de las buenas; en menos de media hora lo tienen al costado.
-«Atención a todos, aquí OPA LOCKA, hemos marcado y soltado un azul de unos 100 kilos»
– OPA LOCKA, aquí Dorado, enhorabuena!!
– OPA LOCKA, aquí Bocinegro, Enhorabuena…
EL «DELTA» LE SIGUE CON UN GRAN BICHO
– Atención, aquí DELTA, ¡¡Estamos pegados, repito estamos pegados y es enorme!!!!
Ostia, la pareja. Vemos el DELTA, a unos mil quinientos metros también a estribor, iniciar el zafarrancho, frenando y dando la popa al enemigo. ¡¡Nóosss!! (Coño, en canario), lo vemos saltar y en efecto, el bicho es tremendo. Todos los barcos lo han visto, y el canal 17 de la emisora ruge con los mensajes de ánimo:
– Animo DELTA, Duro con él!!!
– Luis, dale duro, que el pescadito es precioso!!!
Pasa una hora y el DELTA sigue pegado. Nos cansamos de dar vueltas y ponemos rumbo 150, hacia el «Viet-nam». Al cabo de otra hora escuchamos por radio:
-Atención aquí DELTA, Hemos marcado y soltado un azul enorme. Por lo menos mil libras (450 kg). Lo tenemos todo fotografiado y filmado. Era grandísimo. Partió el anzuelo por la mitad, no hizo falta liberarlo…
TAMBIEN EL «BOCINEGRO»: NUESTRA ANSIEDAD AUMENTA
¡Jesús! Partir un anzuelo del 12/0 por la mitad… debía ser grande de verdad…. Unas millas más lejos, BOCINEGRO comunica que están en combate con otro azul. ¡Vaya cómo está el pescado hoy!.
UNA FALSA ALARMA, Y…………Unos minutos después, salta el tangón de estribor. Un Marlin blanco anda a la caza de las muestras de marlin azul. Demasiado grandes para él, no las puede coger enteras con la boca. Sin duda, se pincha con uno de los anzuelos, se escarmienta y se va. Vaya por dios…
Pasa media hora. estamos el patrón y yo en el Fly-Bridge, comentando lo agresivo que estaba el marlin ese día. Cuatro picadas, que sepamos, para sólo siete barcos. No está mal. «Anda que como nos pegue un azul de los grandes, a nosotros dos sólos ya verás, vamos a pasar las de Caín…». Verificamos el «Plotter» nuestra posición es milla y media SSW del punto «Viet-nam», son las 14:30, estamos en «zona de guerra». RRRRRRRRRRRrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ZAFARRANCHO DE COMBATE
Tangón exterior de babor. Sólo por el sonido ya sabemos que es un azul. De los grandes. Ponemos el piloto automático y los motores al mínimo. En tres minutos, hemos recogido las cañas sobrantes y despejado la cubierta. Pedro se va hacia la caña, quita el pasador del cabo de seguridad, mientras yo me siento en la silla de combate, me ajusto el arnés, verifico el mosquetón de seguridad, no vaya a ser que el pescado me tire al agua. Ya viene Pedro con la caña. Bien, por suerte el bicho ha pegado en un Shimano Tiagra 80w de dos velocidades, uno de nuestros mejores carretes. Ponemos la caña en el tintero, le ajusto los pasadores. ¡Listo!
– Pedro, date prisa, casi se ha llevado todo el hilo y ya veo el forro del carrete!!
El patrón se sube al Fly, desconecta el piloto e invierte los motores. Lo escucho como da el mensaje por radio «Atención a todos, aquí «Millenium», estamos ‘pegaos’ con un azul grande». Popa al bicho y atrás toda. Empieza a entrar agua por la bañera. Bueno, empiezo a bombear la caña. Se ha llevado casi todos los mil metros del carrete, hay que recuperar a toda prisa. Voy mirando en dirección a la línea, a ver si lo veo saltar. mal asunto, no salta.
El año pasado, una gran hembra de más de 300 kilos, me dió una paliza tremenda, partió una caña de 80 libras y se fué tan pancha. Y no dió ni un salto. las hembras de Marlin azul son mucho mayores que los machos y combaten de forma más inteligente; no saltan casi nunca, pelean siempre en el fondo, guardan mejor sus fuerzas… y ésta, que seguro era una hembra, no quería saltar.
EL COMBATE
Ya he recogido casi cuatrocientos metros de línea. Veo, en el horizonte, un gran revuelo de agua. Allí está, dando cabezazos y revolviéndose en superficie, pero sin saltar del todo fuera del agua. No puedo calcular sus dimensiones, sólo puedo saber que es un marlin azul de más de 200 kilos y que me da muy mala espina…
Pasa una hora. Durante esos sesenta minutos, he conseguido acercarla a menos de cien metros, dejándola tirar cuando ella quiere, aprovechando para recoger línea mientras está tranquila. Estoy bien físicamente (¡Cómo se nota el gimnasio!) todavía. Ya veo la marca que indica donde debemos fijar la línea al tangón, y eso quiere decir que está a menos de 75 metros. De pronto «ella» decide que ya ha permitido que nos acerquemos demasiado, inicia una carrera tremenda y se lleva unos quinientos metros de línea, que me dejan desalentado. Otra vez tendré que meterlos dentro!!. Tardo 15 minutos en recuperar esos 500 metros.
Se «enroca» en torno a la marca de los 75 metros. Consigo meter la marca en el carrete una docena de veces, y ella vuelve a sacarlos con facilidad. El patrón y yo nos miramos perplejos… Dos horas de combate y todavía puede con nosotros. Empiezo a cansarme. Decidimos, a riesgo de romper, dar un poco más de freno. Justo por encima del botón del «Strike». Cuarenta kilos de freno son una barbaridad. Aguantará la linea?
Empieza a sonar la radio. Hasta ahora, los compañeros no han llamado ni dicho nada. Se han concentrado simultáneamente a una distancia de seguridad, observando el combate en silencio, pero ya empiezan a preocuparse. Preguntan si estamos todavía pegados, y si necesitamos ayuda, a lo que el patrón contesta a lo primero, que sí, pero con un azul muy revirado (con mala leche) y que de momento no necesitamos ayuda…
¡ya veo la doble línea!¡Diez metros!. Aumentar la presión del freno ha dado resultado, pero… de repente la tensión se afloja, no puedo mantenerla ni elevando la caña ni dando vueltas al carrete como un loco, y hay que mantener la tensión de la línea en todo momento. ¡Está cargando contra el barco!
– ¡Pedroooo!!!! ¡¡Tensión!! ¡¡Tensión!!!!!!
El patrón se da cuenta de lo que intenta el pescado -pasar por debajo del casco y partir la línea con el casco o las hélices- acelera los motores a tope y vira a babor, haciéndole un quiebro al marlin. Vuelve a restablecerse la tensión. Enfadada, la muchacha se vuelve a llevar cien metros de línea… ¡Todo un carácter!
Veamos. El ‘bicho’ embistió a nuestro barco… hasta cuatro veces con el ánimo de romper la línea con la quilla (táctica muy común en los escualos). Cuatro veces, el patrón consiguió hacerle un quiebro con el barco. No sé porqué, en ese momento me acordé de los caballos de los rejoneadores, cuando en las corridas les hacen quiebros y filigranas a los toros. Y también, me dí cuenta de la importantísima labor de la persona que está al timón. Si no hubiese sido por la habilidad de Pedro… otro gallo nos hubiese cantado.
Después de las cuatro embestidas, el marlin se quedó a una veintena de metros de nosotros, dando vueltas al barco. Parecía que nos estaba estudiando. Le había fallado todo lo que había intentado hasta ese momento para liberarse, y parecía indeciso, como si no supiera qué hacer, después de dos horas y media. Y, en ese momento, el patrón decidió tomar la iniciativa. Empezó a navegar en paralelo al marlin, mientras yo, intentaba meter unos metros de línea en el carrete.
En ese punto yo ya empezaba a estar cansado… y algo peor. Después de una de las pausas en el «bombeo», noté como me dolían las manos. Con las prisas, no me puse guantes y tenía las manos llenas de ampollas. Hay que decir que no tengo unas manos «finas» precisamente, pero ¡me salían ampollas hasta debajo de los callos!.
Pues bien, empezamos de nuevo el tira y afloja. El objetivo, en ese momento, era meter la doble línea en el carrete, y darle un par de vueltas dentro, para poder aplicar más presión al freno. La muy bruja, parecía que podía ver cuando conseguía meter la línea dentro de la caña, porque en ese momento volvía a dar un tirón enérgico y se lo volvía a llevar.
Tres horas de combate. Consigo meter un par de vueltas de la doble línea en el carrete, meto el freno al 85 … y la veo por primera vez. ¡Es grandísima! está a menos de un metro de la superficie, y es más grande que la manga del barco. Pienso, por un momento, ¿cómo lo vamos a hacer dos hombres solos, para dominar al bicho cuando llegue el momento…?. También me doy cuenta de un detalle: Empezó dando vueltas en torno a nosotros -nosotros siguiéndola en ciaboga- después, pusimos el barco en paralelo, y ahora… éramos nosotros quienes dábamos vueltas alrededor de ella; Ya estaba a la defensiva, muy, pero que muy cansada.
Volvió a dar otro tirón y me sacó la doble línea, por lo que tuve que aflojar enseguida el freno del carrete otra vez. Estaba intentando hundirse. ¿o estaría muriéndose de agotamiento?. A veces pasa que los grandes picudos mueren, literalmente, de agotamiento, y hay que sacarlos a pulso del fondo. Pasan quince minutos más, metiendo y sacando la doble línea, yéndose ella abajo unos metros, y levantándola nosotros. Está casi, casi rendida.
LOS ULTIMOS MOMENTOS: ADRENALINA A TOPE
De repente, deja de tirar. Meto la doble línea, freno al 85 , y consigo meter el «leader» de 600 libras que empleamos como terminal. Pedro baja del fly-bridge para echar mano al «leader», vamos a intentar soltarla. Pedro coge la línea, se da un par de vueltas en el brazo e intenta levantarle la cabeza para que yo, con el saca-anzuelos, la libere… Fijo la caña en el tintero, intento levantarme de la silla ¡no puedo! yo también estoy al límite de mis fuerzas. Como tardo mucho, el marlin se recupera un poco, da un tirón y casi tira a pedro al agua. Otra vez se lleva leader, doble línea y unos metros de nylon. Dejando, eso sí, una buena marca en el brazo de pedro. Tiene un corte superficial de 15 centímetros en el brazo, causado por el leader de dacrón.
Segundo intento… esta vez sí puedo levantarme con más o menos rapidez. Mientras pedro la sujeta, salgo a la plataforma de popa y la agarro por la espada. Pesa como todos los demonios. Intento liberar el anzuelo, pero no puedo, está muy clavado. Se revuelve, da un cabezazo y me da un golpe en la pierna… no podemos con ella los dos solos, es demasiado grande. Tercer intento, … vuelve a lastimar a Pedro en el brazo. Se queda flotando, panza arriba. Ya sabemos lo que quiere decir; está reventada. No mueve ni la cola ni agallas, ni da señales de vida. Lástima, queríamos soltarla, pero, cuando todavía hubiese tenido oportunidad de sobrevivir, éramos poca cosa para dominarla. Nos queda la pena, pero ¡Qué le vamos a hacer!.
EL PEZ DE MI VIDA
Imposible subirla a bordo. Le atamos un cabo en la cola y partimos hacia puerto a cuatro nudos de velocidad. Han pasado tres horas y cuarenta y cinco minutos de combate, y nos queda una hora y cuarto hasta llegar a Puerto. El resto de barcos, al ver que habíamos terminado, se acercan, nos dan la enhorabuena y empiezan a elucubrar sobre el peso. Más de 300 kilos seguro, hay quien lo acerca a 400. Pronto lo sabremos porque en Puerto Rico tienen ya preparada la báscula.
352 kilos. ¡con sólo dos a bordo!. Nos queda el mal sabor de boca, por no haber podido soltarla, pero al menos lo intentamos.
Este es, con diferencia, el pescado más grande que he cogido nunca. Han pasado ya 8 días… y todavía me duelen los brazos, y tengo las marcas en los costados, del roce del arnés de la silla. Y la tremenda espada del bicho en mi casa.